Cristina Kirchner criticó a los pools sojeros, pero la administración K favoreció su expansión. Gozan de beneficios impositivos.
Son los nuevos villanos de la guerra gaucha. La presidenta Cristina Kirchner los culpó en Roma por la disparada en los precios de los alimentos, motorizada en el último año por la especulación financiera con los granos y la voraz demanda asiática. Pero los pools de siembra gozan de privilegios impositivos y se multiplicaron durante la era K hasta cubrir la mitad de las mejores tierras del país. El conflicto por las retenciones los puso contra el Gobierno tras haber sido sus principales aliados rurales durante cinco años.
Todos, sin excepción, obtienen rentabilidades inalcanzables en cualquier otro sector de la economía. Rondan el 30% anual en dólares. Por disponer de dinero en efectivo y en cantidad para pagar alquileres y cubrir costos operativos, los pools desplazaron a muchos productores de sus campos. Nadie sabe cuántos son, pero el Gobierno calcula unos 2.000. Según estimaciones de las entidades del campo, 18 de las 30 millones de hectáreas cultivables del país no son explotadas por sus propietarios. Por ellas compiten estos grupos –en ventaja– con los aparceros y arrendatarios.
VENTAJAS IMPOSITIVAS. Los pools más famosos son sociedades anónimas y pagan impuestos como cualquier otra. Los que toman la forma de fideicomisos, en cambio, no pagan Ganancias si quienes invierten en ellos figuran luego como sus propios beneficiarios. El tributo se cobra a cada inversor por la renta obtenida, pero con la alícuota que le corresponda por sus ingresos, en general menor al 35% de las empresas.
La exención es similar a la que rige para las ganancias por compraventa de acciones y títulos públicos. El Gobierno nunca la modificó por temor a que eso ahuyente del país a los capitales más volátiles.
Las sociedades anónimas, además de su negocio con campos propios o alquilados a su nombre, también arman fondos que registran en balances aparte. Usan para eso los fideicomisos públicos, que debe aprobar la Comisión de Valores y que sólo están exentos de Ganancias si se arman para fondear créditos.
AHORRO DE COSTOS. Además de esos privilegios, su escala les permite ahorrar costos frente a los productores pymes. Según un estudio de Eduardo Azcuy Ameghino y Diego Fernández (UBA), los grandes productores de soja gastan un 25% menos en la cosecha y un 29% menos en agroquímicos y otros insumos, que compran a granel. Algo similar ocurre con los combustibles. Y con la fumigación, para la cual muchos pools disponen de avionetas propias.
Para la labranza y la cosecha, abren una suerte de licitación para encontrar al contratista que trabaje más barato. Los contratistas pelean por trabajar sus extensas superficies y les cobran más caro a los más chicos, que no disponen de maquinaria. Por eso en muchos casos optan por alquilarles sus tierras a los grandes consorcios. Una vez levantada la cosecha, los pools corren con ventaja.Su tamaño les permite negociar mejor el precio con las acopiadoras y el flete. Como pueden alquilar campos en distintas regiones del país y diversificar sus cultivos, también reducen el riesgo climático.
Fuente: http://www.criticadigital.com.ar/impresa/index.php?secc=nota&nid=5631
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